El que recuerde lo bien que la paso en mi casa, el que se lo tenga que decir de esa manera, el que no le importe que me de cuenta – me hace pensar que no hay respeto alguno -.
Ese pequeño espacio entre la puerta es mi hogar, y esos labios con los cuales lo recuerda también lo son; así mismo el sillón y la cama, y la silla frente a la cámara, y todo dentro de ese umbral queda a la calle es mi hogar.
No eres el único con el cual he compartido una velada y tampoco serás el último; así que deja de sentirte especial, por que tampoco tú lo eres.
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