lunes, 29 de marzo de 2010

STOP!

A veces me gustaría ser menos sensible y más fría y meticulosa.

Hice un cuestionamiento: En el caso hipotético que tuvieses un hijo y este fuera secuestrado/robado, ¿Que preferirías? A) saberle muerto después de la mas espantosa lenta tortura ó B) no saber absolutamente nada de el, pero en la realidad estuviese en las mejores manos y viviera muy feliz.

En todos los casos optaron por la respuesta (A); cuando yo sigo afirmando que seguiría la (B). Hice modificaciones al caso hipotético, cambiando los personajes inexistentes y el escenario incrédulo por algo mas real y aun así la respuesta en todos los casos era (A); todos preferirían la opción que les permitiera de alguna manera paz personal y la opción de poder seguir adelante vs el hecho de tener que sacrificarse por algo que les torturaría toda la vida – pese al sufrimiento de la persona en cuestión-.

Me senté un rato a pensar e intentar comprender por que soy la única distinta – se que a todos los encuestados eran hombres, pero algunos de ellos tenían hijos, en otros casos expuse alguien a quien amaban mucho o puse algún mejor amigo-.

Me percato que ese “autosacrificio” que demostré en tal cuestionamiento, lo llevo acabo en todas las facetas de mi vida. Adopto sacrificios pequeños o mayores con el fin de ahorrarle una incomodidad a otra persona u entidad – refiriéndome amigos, parejas, familia, trabajo, etc -.

Creo que por eso me es mas fácil alejarme de la gente a quien mas quiero, que el tener que enfrentarme a ceder para complacer, solo por no saber cuando decir no quiero.